viernes, 23 de noviembre de 2007

Cuestión de carros

Alcázar de San Juan ha sido siempre una ciudad con gran tradición baloncentística. Si preguntamos a los más veteranos y sabios de este deporte siempre van a recordar a equipos como Trinitarios o, más adelante, aquel frustrado Sociedad Deportiva que otros comparan para bien o para mal con el actual Adepal. También, como no, se llevan menciones el Grupo76 o el Al-kasar, entre otros, de los que por mi condición de joven aficionado no tengo casi referencias. Mucha historia, sin duda, liderada por ese estandarte llamado Antonio Díaz Miguel.

Todos los equipos o personajes del baloncesto han atraído con mayor o menor impacto a multitudes a nuestras gradas. Desde el año pasado se está viviendo una de estas épocas doradas en este deporte y en esta ciudad. Una ciudad que se ha volcado con el baloncesto aglutinando a cientos e incluso miles de personas cada sábado en un pabellón. Todo, tras una mala racha en la que el Díaz Miguel ha estado huérfano de público durante años.

Dentro de toda esta gente que acude al pabellón semana tras semana podemos encontrar públicos muy diferentes. Hay hasta quien los agrupa en divisiones: aficionados de primera y de segunda. Otros simplemente utilizan la teoría del "carro". Hay un primer carro, prácticamente nuevo, con un solo año de antigüedad. Sus ocupantes presumen de tenerlo más limpio, más ordenado, y sobre todo de tenerlo lleno a rebosar. La mayoría se acaba de subir a este carro recién estrenado. Nada malo en ello. Sólo existe una pega para él, y no es otra que aires de superioridad. Desde arriba, hay quien mira otro carro más viejo, con treinta años a sus espaldas, al que rechazan. Tal vez no lo acepten por ser más feo, estar menos cuidado o no tener tanto nivel. O quien sabe si la razón no es otra que quien hay montado en él, o que haya menos plazas ocupadas.


Hay una diferencia entre estos dos carros. Uno lleva circulando muy poco tiempo y a una velocidad espectacular, con el peligro añadido de que puede descarrilar en cualquier momento. El otro es más lento, cada año le cuesta más arrancar, pero es fiable y seguro. Cantidad de personas han subido y bajado de él. Los ocupantes de éste no son sólo los seguidores del Grupo76 Al-kasar, sino los amantes del baloncesto, ya sea Grupo o Adepal. Los que van en el primer carro se bajarán en cuanto se averíe, mientras que los que están subidos en el segundo esperarán a que vuelva a funcionar.

Habrá quien traduzca esta teoría de forma equivocada. Ni el primer carro representa a Adepal, ni el segundo representa al Grupo. Simplemente representan a sectores de la afición. En el primero están aquellos que ven en Adepal su único referente baloncestístico, y miran con ojos de desprecio al Grupo76 Al-kasar. También pueden estar aquellos que son simplemente aficionados al espectáculo, sin saber de la existencia del otro que lleva circulando durante tanto tiempo. En el segundo carro están aquellos que ven en Adepal y en Grupo76 Al-kasar lo mismo, el baloncesto alcazareño, al igual que ocurrió cuando se vio en Grupo 76 y en Al-kasar lo mismo, el baloncesto alcazareño.

Mientras que los del primer carro sólo quieren el bien para unos, los del segundo lo quieren para unos y para otros. Además este carro siempre hace paradas cuando alguien quiere subir.

El segundo carro está, a mi juicio, prácticamente vacío, y hay que intentar llenarlo. Es ese, como ya he mencionado, que va ocupado por la gente que apoya a Adepal, pero también al Grupo. Es más, en este carro no se diferencia entre Adepal y Grupo 76 Al-kasar. Para sus ocupantes se trata de un solo equipo, del mismo equipo. El problema es que hay a quien no le conviene, y cuanto más alejado esté Adepal de Grupo, o un carro de otro, mejor para sus intereses.

Lo cierto es que ambos carros, y ambas entidades deben ir en el mismo sentido. Y lo cierto es que ambos carros, y ambas entidades se necesitan mutuamente para el bien del baloncesto alcazareño.